lunes, 17 de mayo de 2010

¡Camarero! ¡Tengo un lunes en la sopa!


-Acérquese camarero, mírele, es asqueroso, no sé si podré digerirlo.

-Camarero: Señor, puedo cambiarle la sopa, pero ya no será esa sopa.

Y yo, sólo pude guardar silencio.

martes, 11 de mayo de 2010

Náufrago en un charco de agua.


Y es que las circunstancias vuelven a superarme, me he hundido sin ninguna RAZÓN aparente, ya no creo en mí mismo. De aquí a un tiempo, he perdido la confianza en mí y en todo aquello que hago, he perdido la FE en lograr mejorar.
Siento el ahogo de sentirme incapaz de superar nuevos retos ¿Dónde está mi voluntad? ¿Dónde se esconde mi capacidad de LUCHA? ¿Es ceguera la que sufro para no ver a la realidad que me enfrentaré si no me esfuerzo? Me ahogo con el agua sucia que se precipita hacia mis pulmones, la ansiedad por encontrar mi sitio, y la incapacidad... Sobre todo el complejo de sentirme incapaz en general.

He quedado varado en la observación renegada, a la crispación de una DIGNIDAD que no tengo. Rompo a llorar y a mi alrededor hago la mueca de una sonrisa cínica. Hago creer que en mí, hay todo un estado serio, inquebrantable. Y no hay más que un charco evaporándose, que una montaña de ceniza. Todo mi ser, lleno de dudas.

Como un globo deshinchado
Deformado, sin ánimo de vivir
deambulando y sin aliento
sin nadie a quien alegrar la vida

Se acumulan los problemas
y con ello, sequía de soluciones
sobrevolando aquel desierto de ceniza
que parece ser mi cruz y destino

Y no, no lloréis por mí, ya no hace falta
Llorar por aquel que quería vivir
yo en el fondo estoy, donde quería estar
Hundido, fofo, deshinchado y desaparecido.

domingo, 9 de mayo de 2010

De batallas y lágrimas


Después de la primera refriega, nos encontrábamos todos con cuchillos en las manos, mirábamos sin energía nuestros rostros llenos de ira, de donde emanaba una cortina débil de humo, después de todo el esfuerzo acumulado por sobrevivir. Las manos nos temblaban de cansancio, la respiración había abandonado su ritmo habitual, no se sabía con exactitud qué hacer ni cómo actuar en el caso de que alguna iniciara de nuevo esta lucha a muerte, tampoco el motivo por el que estábamos allí.
De repente, comenzamos a llorar, como un niño perdido en medio de una ciudad. Mostrábamos al mundo nuestro lado más sincero, nuestra opinión sobre todo aquello que estaba sucediendo. Los cuchillos fueron sucesivamente cayéndose al suelo, ahora, sólo quedaba lamernos las heridas. Todo comenzaba de nuevo, pero esta vez, sin remordimientos.

sábado, 8 de mayo de 2010

En las ruinas del catolicismo.


¡TON TON! ¡TON TON! Suenan las campanas en la catedral de la Magdalena, suenan en señal de duelo por el fallecimiento de uno de sus feligreses. Lamentan la muerte de este ciudadano ejemplar, de este católico fiel y apasionado. En aquel momento, no puedo sentir más que asco ante la hipocresía que se vende en forma de redobles de campanas. Mi mente, al oír esas campanas reacciona de inmediato pensando: “Si sonaran las campanas por cada muerte perpetrada por el catolicismo, sería algo así como un apocalipsis. Si sonaran por cada ser humano expulsado, mutilado, torturado por la iglesia, esa misma iglesia que en estos momentos llora la muerte de su ciudadano ejemplar… ¡Bendita hipocresía! ”


Foto: Catedral de la Magdalena (Getafe)

jueves, 6 de mayo de 2010

¿Qué es el tiempo? Quizá la medida con que medimos nuestra vida y nuestro horarios. El tiempo, por definición, es vida y muerte, pérdida y recuperación, sólo queda un punto de vista para decantar cualquiera de las opciones. Siempre recordamos tiempos pasados, esperanzas que tuvimos para el futuro, y que por supuesto, no ocurrieron. El tiempo para el cristianismo es lineal, para el budismo un círculo del que debes escapar. Lo que sí está claro, es que haya otra vida o no, haya reencarnación o no, nuestro cuerpo tiene un tiempo limitado. El tiempo siempre será ese eterno viajero, paciente y que termina fulminando cualquier mirada, por muy bonita que sea.

Crimen y castigo.


Obra realmente genial, Crimen y castigo es una de las más grandes creaciones de la literatura mundial. Todo el dolor humano palpita y nos contempla desde los estremecedores cuadros de miseria, de vejación personal, de soledad y asfixia moral propios de una gran ciudad. Contradiciendo su propia teoría de que no existen motivos sociales para justificar un crimen, se diría que Dostoievski ha puesto en esta novela todo su afán de acumular y sacar a la luz precisamente las circunstancias sociales que, a cada paso, empujan a la persona a llegar al crimen, aunque sea para afirmar su “yo” y probarse a sí mismo que es un hombre.