viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuestión de tradición.


Se acaba un año en el que mi esperanza en el ser humano sufre constantes altibajos. Se acaba un año de una política en España nefasta, y de una sociedad española nefasta.

Necesitaba de algún modo despedirme de tí, 2010. Nos dejas con otro año aún desconocido, nos dejas sin sentimientos. Te dedico con mi más inmensa sinceridad, estas palabras sobre nuestra preciosa tradición.

Cena de Nochebuena, comida de navidad, cena de Nochevieja, tomar las uvas, el roscón de reyes, las torrijas, semana santa, procesiones, los toros, las campanadas, el discurso del monarca y la lotería de navidad.

Todas estas tradiciones “preciosas” y cuyo significado están tan adheridos a la sociedad española, es la muestra evidente de la poca explicación que se encuentra en todas estas tradiciones. En ellas, se hace el esfuerzo económico (en unas familias más, y en otras menos) y se celebra por todo lo alto, y se ostenta por todo lo alto, la felicidad que se tiene al estar junto a tus familiares y amigos. En ellas, se posponen las rencillas hasta el día siguiente. En ese día, no hay lugar a la crítica (en anteriores y posteriores días sí) y las grotescas muecas de felicidad se hacen eco de estas fechas tan señaladas.

Sentimos verdadero placer al poder asistir a las largas colas en los centros comerciales, el incremento de precios desmedido de los alimentos ante tan magna demanda, las grandes aglomeraciones de gente con peluca y matasuegras. También, debo de hacer mención a las grandes cenas de navidad, donde se come más con los ojos que con la boca, y donde comer hasta reventar no es sino un signo digno de admiración.

Nos dicen qué tenemos que comer, cómo y porqué, y nosotros como buenos chicos, lo hacemos.

FELIZ 2011. Que en este nuevo año, sigamos en nuestra supina estupidez.