domingo, 12 de junio de 2011

Sol quiere iluminar los barrios


Hace casi un mes, comenzó la andadura de un movimiento social que hizo tambalear de su sofá a más de un político y a más de un poderoso que vieron por primera vez las consecuencias de sus constantes escupitajos a la ciudadanía española.

Nació un movimiento que si bien no sabía hacia dónde iba, sí que sabía de dónde huía. Es un movimiento que ha sorprendido a propios y extraño, un movimiento que está lleno de calidad humana, de ideas e ingenio, un movimiento que ha devuelto el método asamblea y ha devuelto todo aquello que la sociedad necesita dentro de una democracia real y participativa, donde los intereses son sociales y no económicos, e intentar dejar fuera una sociedad que se siente como un árbol con liquen, en donde sólo hay una fachada, pero dentro de él, la más inmensa desolación. Estamos ante una sociedad que se mezcla de consumidores y productores, y donde la máxima religión es el dinero. Toda esa mentalidad es la que se está tratando de erradicar.
Los medios de comunicación por su parte, y siendo fieles a la casta política, han tratado de minusvalorar, de politizar, con calumnias y difamaciones este movimiento social, que con la desobediencia civil y el pacifismo activo están desacreditando a todos los políticos y expertos económicos en España.
Para ello, se necesita una sociedad que los políticos llaman como “ciudadanos problemático”, ciudadanos que piensan y que hablan teniendo algo que decir. Y una de las máximas de este movimiento es la pedagogía, es sacar a la luz la mierda que tenemos en el alcantarillado de esta “democracia”.

El camino es aún largo, pero nadie dijo que fuera fácil. Ha nacido la resistencia, ha nacido una conciencia que trata de expandirse hacia la raíz del pueblo, que son sus barrios y sus ciudades.

domingo, 5 de junio de 2011

La "lógica" de las privatizaciones


Existe la extendida creencia de que el dinero público no es de nadie y sí lo es: nuestro. Procede de nuestros impuestos, de nuestra contribución a la sociedad para que desde la política se puedan aminorar las desigualdades y toda la población disponga de los bienes y los servicios públicos que garantizan mayor equidad y mejor calidad de vida. Para que se desarrollen y progresen los derechos civiles, políticos y económicos todos. Bueno, ya me perdonarán el mecanicismo, pero eso era más o menos así –por lo menos en Europa- hasta que se derrumbaron todas las murallas de contención de los capitales industriales y financieros y comenzó la gran carrera privatizadora.
Por lo que a las empresas públicas se refiere, seguidos oyendo la versión dominante (les ahorro las de otras escuelas económicas) de que los privado es más eficiente que lo público. A pesar de que Stiglitz y otros denuncian este engaño como una de las grandes falacias de nuestro tiempo se repite machaconamente como argumento indiscutible con el fin de que los capitales privados disponga de nuevas bandas de expansión a costa de lo que es de la ciudadanía, pagado con los impuestos de la ciudadanía. De hecho, a lo que más se parece la privatización de empresas públicas en muchos casos es a un robo con desfalco que debería figurar en el Código Penal.
A la avidez de empresarios privados se une la visión miope y poco democrática de los políticos echando mano de lo público como si les perteneciera en exclusiva para servir intereses de parte y conseguir ingresos a corto plazo (ingresos que muchas veces se convierten en subvenciones millonarias, a fondo perdido, para las mismas empresas privadas que difunden el embuste de la poca eficiencia de las empresas públicas). Hay mil y una maneras de privatizas y mil y una maneras de disimular la piratería.

Extracto del libro Reacciona a cargo de Àngels Martínez i Castells