miércoles, 10 de marzo de 2010

El absurdo de vivir.


Para combatir la sensación de absurdo e inexplicable sentido de la vida, la naturaleza tan sabia como es, creó el vicio en el sexo para combatir la extinción, creó sensaciones de atracción, amor y el oasis de la felicidad que tanto se quiso creer un día. Pero no bastaba.
Aún teniendo una vida tranquila, una vida amorosa infinita, fiel y envidiable. Que aunque logre tener personas a mi lado que me cuidan, me aconsejan y me hacen el camino más llano, no consigo ser feliz, tiendo a sentir una gran insatisfacción de lo que veo, de lo que siento. Insatisfacción conmigo mismo, por saberme incapaz de comprender por qué vivo, que motivo horrible y tedioso me hace resistir los envites de una vida que brilla por su absurdidad.
La sociedad se ha resguardado en distintas drogas como el alcohol, el hachís, la marihuana, la cocaína y la heroína para aliviar ese dolor que produce la vida, esa sensación de olvido y de lograr desinhibirse de la vida real, para olvidar este mundo masacrante de espaldas y mentes, que nos lapidan en cruces y crematorios, un mundo cruel e injusto que crea guerras y cárceles.
Si la razón me destruye a Dios, y la fe quiere creer ¿Dónde hallo una solución? Si vivimos para un tiempo determinado y después llega la nada, después de vivir tan solo veintidós años, afirmo contundentemente y sin miedo a equívocos en el futuro, que si no hay ningún propósito más que la nada, quisiera no haber abandonado ese delicioso estado, que no hubiera desarrollado este incendiante dolor.
No en vano, intento sobrevivir con la leve esperanza de volver hacia algún sitio. Mientras tanto, encuentro en la lectura, a veces lágrimas, consuelo y aprendizaje, y de ello vivo o más bien, sobrevivo. Trato de encontrar en Rocío, un suspiro de paz, en sus ojos busco la pureza de un mundo pervertido por el siempre traidor ser humano.

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