Y es que en la distancia, aprendo a valorar todo aquello que aportas a mi vida, y que todo ello no se basa en la rutina y la cotidianidad vacía, sino en un complemento perfecto para sacar a mi vida del lodo y de la autodestrucción, y en lugar de caer en todo eso, siempre recibo caricias.
Tras tantas discusiones, tras tantas tontas dudas sobre nuestro futuro juntos, te marchas un solo día, y la vida se me antoja imposible, y los dían se tornan interminables.
Es tanto lo que me ofreces, y a veces tan inapreciable, que tiendo a minusvalorarlo. Lo que si está claro es que reconozco mucho de ti en mí, y eso no es fácil de conseguir. Hoy, la soledad se presenta en forma de piso vacío, de cama vacía y de un silencio incómodo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario