miércoles, 7 de septiembre de 2011

Las mil y una guerras


Comienza una guerra en la que no sabes cuánto tienes que ver, ni cuánto de ti morirá en ella. Así suelen ser las guerras, miserables, traicioneras y llenas de rencor y de un olvido infectado. Y aún así la comienzas, sin saber bien porqué.

Todo comienza en un horror punzante, en una deshumanización de los sentidos. Corres y te escondes detrás de otros cuerpos ya inertes, detrás de unas vidas ya resueltas. Cierras los ojos, pensando que nada de lo que estás viendo puede ser real, te arañas la cara, te arrancas a tirones el pelo, te revuelves por el suelo, y al volver a abrirlos, tu guerra sigue ahí, esperando impaciente.

Ante ti, todos tus miedos, y cada uno de ellos reclaman tu atención de una manera casi infantil. Te sientes perdido, aturdido, fuera de sí, pero sabes a la perfección que de allí no se escapa sin el fragor de las batallas diarias.

En esta guerra no hay armas ni bombas nucleares, se trata una guerra de uno contra uno mismo.

¿te atreverás a guerrearte? ¿Podrás vencer la eterna insatisfacción?

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