domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Una tarde de domingo cualquiera?


Repasaba con tranquilidad mi vida, en lo que parecía ser una tarde de domingo cualquiera, una de esas tardes en las que la mente piensa más en el futuro que en un presente. Y lo cierto, es que repasando, descubrí con asombro mis tres últimos meses, unos últimos meses en los que la sangre me ha vuelto a fluir como cuando nací allá por el 87, y en los que la ilusión ha sido una constante en los días.

Esta revolución vital no podía llevarse a cabo sin personas, que me han permitido aprender, me han permitido reír y me han permitido tener fe. Y sé, que aunque también llegarán las lágrimas del cariño, de la unión y de una lucha contra todos los poderes que nos gobiernan, sé, con seguridad, que todo valdrá la pena, y que siempre una lucha nueva volverá a comenzar.

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