En el mundo de las cerezas, no existe la violencia, todo es arreglado con una buena charla acompañada de pasteles y arroz con leche. Las únicas hazañas contadas como hechos de competición absoluta, es la carrera que tienen los espermatozoides hacia el óvulo, un camino desesperanzador y lleno de trabas, para finalmente crear vida, cumpliendo su función. Detrás, desolación y sabor a derrota. Ante estas hazañas, los asistentes rompen a llorar por los espermatozoides perdidos en el camino, y guardan un respetuoso minuto de silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario