En la casa azul, una dulce criatura roja, pasea felizmente por su hogar cantando y bailando al son de un compás. En la casa azul, dormir se ha convertido en todo un arte, donde la reina es ella y sus arrumacos, donde uno tan solo puede observar todos sus movimientos,su forma de actuar, con alegría a tan dinámico animal. Desde que nació, algo en el mundo cambió, pues su nacimiento coincidia con el año en el que cayó cierto muro en Berlín, un acontecimiento que marcó la historia, donde hubo gente que se atrevió a soñar con la libertad, esa libertad que tan solo existió en sus correteos, en sus ricitos de cielo, en un paraje mediterráneo lleno de sol y paella. Con el tiempo fue creciendo, y demostrando a todos aquello que quisieran ver, que aún no teniendo tiempo, que aunque trabajará y estudiará, ella mantenía la sonrisa, ella seguía revolcándose por el suelo, abrazando, besando y cumpliendo con el noble arte que en la casa azul se decretó, que es el dormir.
En la casa azul, una dulce criatura, me está envenenando de amor, me está envenenando del optimismo que tanto huyo, pues con ella en cierto modo, creo en el ser humano.
Seguiré investigando a esta extraordinaria criatura, que como ya descubriera Lewis Carroll años antes, yo también veo el país de las maravillas. Sssssssssshhhh que viene.
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