viernes, 10 de septiembre de 2010

Invictus

La palabra, en muchas ocasiones, te da ese soplo de aire, para que no llegues al ahogo.

INVICTUS

En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado, jamás me he postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror,
No obstante, la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.

Ya no importa cuán recto haya sido el camino
ni cuantos castigos lleve a la espalda:
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.

Doy gracias al Dios que fuere
por mi alma incoquistable.
Soy el amo de mi destino.
Soy el capitán de mi alma.

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