jueves, 30 de septiembre de 2010

"Yo sólo hago mi trabajo"


Ésta frase lapidaria, es común en el ámbito laboral, y no significa mucho más que una de las mayores sumisiones y rendiciones hacia todo nuestro entorno político y social.

Uno acaba harto de este tipo de personas que no son capaces de admitir sus propios crímenes, y que les da igual que a su paso se destruya a otro hombre, lo que deja entrever que, si en un momento concreto, tienen que hacer todo fosfatina para ascender y conseguir más sucio dinero (lo que se llama hoy en día poder), caerían tras él mil millones de vidas humanas, y otras tantas animales.

En ocasiones, me siento triste por este mundo violento, donde nadie se siente culpable de nada, donde el supuesto "deber" que se crea al firmar un contrato, justifica y exime de culpa a todo aquel que los realice. El cambio comienza por no aceptar nada que no te gustaría que hicieran a tus familiares.

Nuestras madres, hermanas, hermanos, tíos, sobrinos, tías, sobrinas, abuelas, abuelos e hijos, no merecen morir, no merecen ser maltratados psicológicamente, no se merecen tener condiciones laborales pésimas y, por supuesto, no merecen un sueldo indigno en comparación a su producción. Yo voto por la dignidad humana.


*La foto es bastante ilustrativa de la intención del texto.

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