viernes, 15 de enero de 2010

En buena compañía (quizá)


Paseando por la ciudad en la cual habito, encontré en mí la más lujosa compañía que pudiera tener en aquel momento, pues debatía, charlaba, y lloraba en libertad, en la más inmesa sinceridad. Dichoso el día que comencé a conversar conmigo mismo y decline ofertas como el aburrimiento. La visión que de el mundo tenga en ciertos momentos, viene dada del estado de ánimo que mi conciencia me brinde, y todas estas conexiones sin nadie que me exija nada. Experiencias que sólo compartiré conmigo mismo, secretos, y la más sincera crítica, pues no hay mayor juez que la conciencia.
Nada esto tiene que ver con que mi autoestima sea alta, pues me desprecio por ver en mí, los errores del mundo. Pero si que me gusta el eterno debate interno, aunque de nada sirva todo aquello que diga o piense, yo, lo digo y lo pienso, pues no nací para una vida práctica, y por lo tanto, jamás seré válido para esta sociedad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es por pensamientos como estos por los que no creo en la carrera práctica que rige mi vida, la famosa Psicología.

Simplemente vivo de ella siendo un indapadtado.
Jamás se podrá medir al ser humano con números creados por el mismo para predecir lo que no existe.

Con conciencia o sin ella , com bien diría algún Carlista, el pecado trae penitencia.

Ub abrazo, Sheriff.
I.