viernes, 24 de julio de 2009

Locura mediterránea


En la playa del Postiguet me he enamorado, han nacido deseos sexuales, miradas pervertidas. En sus distintas calles como la del poeta Quintana, entré en ese estado que llaman Nirvana. En el Paseo de la Explanada tratamos de contar las piedras, pero nos perdimos. Me sentí fuera de si y mareado en los escalones del mercado, en la calle Alfonso X El Sabio. Bebimos como bestias y como bestias nos revolcamos en el hostal Miguel. Nos dolieron despedidas en la estación. Y todo ello rodeado de las bonitas noches de hogueras, de “el barrio” y de aprender otra manera de vivir la vida. He conocido a extraordinarios individuos, que me han llenado de sonrisas y me han regalado trocitos de realidad, he debatido, he llorado, he despreciado, he vivido. Un lugar al cual siempre estaré agradecido, pues ha llenado mis retinas de escenarios para mi historia de amor. Gracias por existir.

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