lunes, 17 de agosto de 2009

El barrio de los mediocres.


Trapos que ondean al viento, representando naciones, representando miseria, en el barrio de los mediocres, todo se llena de sueños frustrados. Planes de boda, clases de borreguismo, todo gira en torno a conformistas renegados, refugiados en pisos, apilados como cerdos, por no saber a donde ir, pues el dinero es el motor de este universo y con sólo la sombra de las sobras nos es suficiente. Esta vida, llena de sufrimientos, y un cúmulo de sin sabores, de heridas en carne viva.
Si acaso un día, por muy lejano que esté, todos los mediocres optáramos por el suicidio ¿Importaríamos acaso más que por el mero hecho de la pérdida de mano de obra? Si no encontrarán a nadie, les tocaría el encallarse las manos, pasar por la humillación de sudar, de dormirte sin poder leer. Acabaríamos, con el consumismo exacerbado, aquellos productos, que refuerzan nuestra autoestima, lo que sería el caso, de un vacío, un agujero, que llenamos con tierra, que enterramos consumiendo. El cambio, se daría reconociendo nuestras condiciones reales, somos mediocres, somos cobardes, nuestra mente está atrofiada por el miedo, el temor, el absurdo, la sin razón y la preocupación.
Moda, fútbol, fiestas, trabajo, vacaciones... Todo para robarnos a cambio de un par de ilusas experiencias.

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